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Ida y vuelta del punto y la línea

Los primeros ejercicios buscaron empezar desde el origen de todo, es decir, desde el punto y la línea como elementos originales e ideales. Para hacerlo nos basamos en el clásico libro de Kandinsky “Punto y línea sobre el plano” donde aquellos elementos no son únicamente huellas o marcas sobre el papel, sino que responden a procesos y fuerzas que los generan. De esa manera entendíamos que la libertad para manipular la forma y el material dependía de la capacidad de abstracción implementada, y que la condición del diseño requiere además, de su camino de regreso; es decir, que luego de haber llevado la realidad a la abstracción, es necesario realizar el camino de vuelta y transformar esos elementos abstractos en elementos concretos.

En principio, tomando en cuenta que la línea y el punto son figuras ideales, producto de la abstracción de lo observado, los estudiantes preparan la mirada para extraer de la realidad estos elementos. Este ejercicio es necesario ya que, no existen en la naturaleza ni en la realidad puntos y líneas en estado puro; al ser abstracciones ideales, éstos se encuentran en el mundo de las ideas y, por tanto, sólo aparecen cuando son representados en el mundo real.


Recorrer el hogar y la ciudad con una mirada que busca abstraer los objetos para encontrar en ellos puntos y líneas requiere que los estudiantes “olviden” el nombre de las cosas y así puedan acercarse al mundo de lo abstracto. Separar el nombre de las cosas significa mirar la cosa sin utilidad ni significado, como si ésta se presentara a un niño que la mira por primera vez, pura forma y materia insignificante pero presente. Con esa mirada el estudiante recorre su casa y su barrio, intentando mirarlo todo como si lo hiciera por primera vez, recobrando la capacidad de asombro que brinda lo desconocido, encontrando una realidad sin significados, sólo estímulos sensoriales con los que reconocerá aquellos elementos comunes a toda forma percibida: puntos, líneas y planos.






Pronto los estudiantes se percataron de que su movimiento en tanto acercamiento y alejamiento con la cámara de fotos, condicionaba la lectura de la forma y, un punto visto con cierta lejanía podía volverse un plano al ser visto de cerca, fenómeno que nos recordó a Alois Riegl y sus categorías formales de “visión cercana” y “visión distante” relacionando la primera con lo táctil y la segunda propiamente con la visión. Así mismo, esta característica formal, requiere poner atención en los márgenes que produce el encuadrar la toma fotográfica pues, esa relación entre fondo y figura determinará, por ejemplo, la diferencia entre un punto y un plano. Kandinsky se cuestionaba al respecto y consideraba que:


"Es difícil de señalar límites exactos para el concepto "la más pequeña forma". El punto puede desarrollarse, volverse superficie e inadvertidamente llegar a cubrir toda la base o plano. ¿Cuál será entonces la frontera entre el concepto de punto y el de plano?"



Para los siguientes ejercicios, centrados más en el libro de Kandinsky, se trató de realizar puntos y líneas, no como representaciones, sino como construcciones; es decir, ordenando elementos o fuerzas que, por su disposición o manipulación, devenga o produzca puntos o líneas. Manipular la materia real y objetiva para construir un elemento de naturaleza abstracta implicaba acercarse al proceso que relaciona las ideas con las cosas o, las geometrías con los objetos y, por tanto, significaba acercarse a la práctica misma del diseño. Con esas construcciones de puntos y líneas luego, se pudieron realizar composiciones en el plano.










Este ejercicio propició para que, luego de haber visto la realidad de sus hogares y sus barrios como elementos abstractos, intenten ahora hacer el camino de regreso, intercambiando esos elementos abstractos como puntos y líneas encontrados por elementos arquitectónicos con nombre y función reales. Así, los puntos y las líneas se convirtieron en columnas o paredes con cualidades físicas y formales concretas, utilizadas en el campo de la arquitectura y, por tanto, relacionadas con materiales y usos específicos y determinados por las condiciones constructivas a escala humana. Con este ejercicio pudimos relacionar esos elementos constructivos con la historia de la arquitectura, tomando en cuenta que éstos, prácticamente son universales y han sido utilizados por todas las culturas en todos los tiempos.










Trabajar con la condición activa y dinámica de puntos y líneas como lo sugiere Kandinsky, nos permite darnos cuenta que las formas parecen ser entidades vivas, cuya vitalidad y energía modifica el espacio y transita el tiempo recordándonos, a su vez, que el proceso de diseño no es un camino lineal ni causal, sino que, su proceso requiere de un constante ir y venir manipulando la materia como lo hicieron otros mientras se proyecta al futuro.

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